lunes, 4 de mayo de 2015

#MiSangreEsLaMismaQueLaVuestra

Me llega por las redes sociales la noticia:

La justicia europea avala prohibir a los homosexuales que donen sangre

Y por supuesto, me indigno como casi todo el mundo. Y digo casi todo porque hoy, en el trabajo, he tenido que escuchar a un ente- me niego a calificar a ese ser como "persona"- decir que claro, que era lo lógico. Que "a ver si yo voy a necesitar una transfusión y me ponen sangre de un maricón y me pegan el sida". No le he estampado una silla en la cabeza de milagro. 
Lo peor es que hay más gente que piensa así, y que por más que intentes razonar con ellos, aportando datos y evidencias científicas, no hay forma de que sus cerebros salgan de Atapuerca. Por más que les diga que antes de ponerle a nadie la sangre de otro, esa sangre se analiza exhaustivamente, por más que les cuentes de lo que ha avanzado la ciencia en la detección del virus, y por más que un médico les jure que no les va a pasar nada, ni se van a contagiar de sida ni se van a volver maricones...
Y a mi, que tengo amigos y amigas homosexuales que son gente cariñosa, brillante, inteligente, creativa y con talento, no me cabría mayor honor que necesitar sangre y recibir la suya. Y a lo mejor, con suerte, se me pegaba algo de ellos.


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