lunes, 9 de marzo de 2015

Día de la mujer trabajadora

 Ayer, 8 de Marzo, se celebró a nivel internacional el día de la Mujer Trabajadora con globitos rosas y morados y mucha palabrería en internet. Me han bombardeado sin piedad con frases "motivadoras" y halagos variados, la mayoría más falsos que un duro de madera, y seguirán haciéndolo las próximas semanas según la gente comparta, recomparta y vuelva a compartir las cosas hasta que a todas nos entren ganas de prenderle fuego a la pantalla del ordenador (o a la tablet, es indiferente...).
Hace ya bastantes años leí un artículo de Maruja Torres en el que decía que celebrar el día de la Mujer Trabajadora era como celebrar el día del Chino Amarillo: una redundancia. Decía no conocer a ninguna mujer que no trabajara. Y hoy, en el año 2015 y por lo menos casi 20 años después de ese artículo (no recuerdo la fecha, pero fue hace un porrón) sigue exactamente igual. Seguimos soportando la mayor carga de trabajo dentro de casa y seguimos diciendo que nuestros maridos- novios- compañeros nos "ayudan" mucho. ¿Ayudar? COMPARTIR, señoras. Hay que compartir las tareas al 50%. Pero el tiempo pasa y nuestros compañeros de vida siguen diciendo eso de "TE he fregado los platos", "TE he tendido la ropa", "TE he recogido el salón"... ¿es que los platos son sólo míos? ¿en la lavadora sólo estaba mi ropa, no la tuya también? acaso la casa, los hijos, la ropa, los platos, ¿no son tuyos también? Y lo aceptamos, aceptamos que ellos sigan "ayudándonos" y los educamos para que "ayuden", no para que compartan. Nosotras hemos tenido que salir del ámbito del hogar para trabajar también fuera y traer a casa un salario que permita a la familia salir adelante, y a cambio ellos siguen (ojo, no todos) con los güebos en el sofá viendo el fútbol, aunque el niño se esté comiendo la comida del perro, la ropa lleve tres días en la lavadora y huela a moho, los platos sucios estén haciendo botellón en el fregadero y nosotras lleguemos a casa reventadas después de trabajar ocho horas fuera de casa- exactamente igual que ellos- con los pelos tiesos para que ellos nos pregunten qué hay de cenar.
La lucha debe empezar en casa.

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