lunes, 9 de marzo de 2015

Cincuenta sombras de ¿qué?

Me niego. Que conste en acta, que me niego a ver la pamplina esa de las cincuenta sombras. He tenido que soportar a la mitad de mis compañeras de trabajo hablando del libro primero y de la película después con las pupilas dilatadas de la emoción. Ni he leído el libro ni lo pienso leer, ni he visto la película y no la voy a ver. Me basta con la opinión de mi amiga Vito, del gimnasio, de que el tipo parece un comercial de movistar. Sospecho que este bodrio de libro y el horror de película sólo le estremece la pepitilla a gente con menos emoción en su vida sexual que los mejillones, que ya es decir. Señoras, hay cosas mucho mejores para leer y para ver, sobre todo en tema sadomaso o BDSM como se dice ahora. Tampoco es que les recomiende que se lean "Justine o los infortunios de la virtud" del occiso Marqués de Sade, en primer lugar porque el lenguaje es del siglo XVIII y hoy en día se hace pesado, y en segundo lugar porque el tipo estaba como la cabra de la Legión. Se lo digo yo que me lo he leído y lo cerré pensando: "Qué mal estaba este tío". Aparte de ser un misógino de cuidado, claro, pero eso en gran parte lo daba el lugar y el tiempo en que vivió (acabando encerrado en un manicomio) y escribió.
Mejores películas, por ejemplo, "9 semanas y media" que en cuanto a morbo le da mil vueltas. O ese Marlon Brando, ya maduro y en decadencia de "El último tango en París". O la española "Lucía y el sexo". Mil vueltas a la tontería esta, pero con menos marketing. Y ahí es donde está la clave: en el marketing brutal y sin pudor con el que se ha bombardeado al personal para hacerles creer que primero el libro y la peli después era lo mejor de lo mejor, bocado de cardenal o teta de novicia. Y una ful del estambul, señores.
Ahora que para literatura fina, fina de verdad, les recomiendo que lean ustedes al señor Ángel Sanchidrián y sus maravillosas "50 sombras de Luisi", con las que no vais a poneros románticas pero por lo menos os vais  a reír a mandíbula batiente. Y eso en los tiempos que corren ya es mucho.

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