lunes, 16 de marzo de 2015

A mi también me gustan las fiestas, pero...

... pero según y cómo. Ay, que ya tenemos aquí encima la Semana Santa, con sus procesiones, sus vírgenes y cristos, sus bandas de música... y mi vecino del tercero que toca en una banda y lleva dos semanas ensayando a todo meter. Y si ensayara sólo, por mi encantada ya que el hombre toca el clarinete como los ángeles y da gusto escucharle, además de no ensayar a horas intempestivas. El problema es que se trae a alguien de la banda (creo que a un sobrino...) a ensayar. El chaval toca la trompeta. O más bien sopla, porque lo que es tocar... no da una nota bien ni equivocándose. Es más malo que una versión regguetón de Camela. Y ahí los tengo, ensayando a muerte.
Yo todos los años huyo de la Semana Santa de Málaga cobardemente, ya que yo no soy nada capillita y las multitudes me horrorizan. Siempre que puedo me voy a ver a mi familia a Madrid, donde no se paraliza la ciudad entera, o hago una compra grande y me encierro en mi casa como Rapunzel, pero este año con el chaval de la trompeta las ganas de huir me pueden, y seguramente me vaya hasta de España, a Londres o algo así. O a Dubai, que allí seguro que ni les suena lo de la Semana Santa.
Mientras escribo esto, ahí está el chaval ensayando "Callejuela de la O", o más bien dándole una paliza, que me dan ganas de bajar y pegarle por destrozar de esa manera un pasodoble tan bonito. No,no pongáis esa cara: a mi también me gustan los pasodobles y no hay nada más divertido que bailar un pasodoble con alguien con quien tengas complicidad y buen rollo, así que escuchar a este chaval dándole semejante paliza me está poniendo los pelos como escarpias. Para descansar los oídos de tanta nota maltratada, os dejo con una versión preciosa de este pasodoble de Semana Santa: "Callejuela de la O"

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